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EL ROL FUNDAMENTAL DE LA METEOROLOGÍA DURANTE EL CONFLICTO DEL ATLÁNTICO SUR El personal de la especialidad cumplió un papel fundamental en la planificación estratégica y táctica de las operaciones que se llevaron a cabo en el marco de la heroica Gesta de Malvinas Por Lic. Sosa / Archivo SMN |
Durante el Conflicto del Atlántico Sur, el personal de la especialidad cumplió un rol fundamental en la planificación de la estrategia y tácticas de las operaciones. Asimismo, contribuyó al mantenimiento del puente aéreo como así también a identificar condiciones meteorológicas que permitieran a los Sistemas de Armas operar con seguridad. Para cumplir con esta misión, sus integrantes fueron desplegados a las Islas Malvinas (Base Aérea Militar Cóndor y Malvinas); a los aeródromos de Trelew, Comodoro Rivadavia, San Julián, Santa Cruz, Puerto Deseado, Perito Moreno, Río Gallegos; a la Base Aérea Militar Río Grande y a la Estación Científica Corbeta Uruguay (Islas Georgias). Al respecto, el ex director del Servicio Meteorológico Nacional, comodoro “VGM” (R) Miguel Ángel Rabiolo, explicó que, dependiendo del destino donde se encontraban, los integrantes de la especialidad ejercían funciones diferentes. En el caso del personal afectado a la Fuerza Aérea Sur y al Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, se encargaba de asesorar a la conducción acerca de las condiciones meteorológicas que favorecían el correcto desarrollo de cada una de las misiones. Por su parte, quienes integraban los Escuadrones Aeromóviles recibían las órdenes fragmentarias de la FAS y brindaban el pronóstico a cada uno de los Sistemas de Armas mientras que los observadores meteorológicos ubicados en las Islas y en el continente reportaban el estado del tiempo en su destino de despliegue. “Eran actividades diferentes pero relacionadas entre sí, con un nivel de idoneidad muy elevado”, afirma Rabiolo. En esta oportunidad, un representante de cada una de estas tareas compartió su testimonio sobre los esfuerzos llevados a cabo por el personal de meteorología en la heroica Gesta de Malvinas. EXPERIENCIAS PREVIAS: LA INCORPORACIÓN DE LOS METEORÓLOGOS A LAS TRIPULACIONES El comodoro “VGM” (R) Mario García nació en la ciudad heroica de Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz el 24 de agosto de 1946. “De chico viví en Comodoro Rivadavia, cuando terminé la escuela secundaria me enteré de una beca que daba la Fuerza Aérea Argentina para estudiar Meteorología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Aires”, recuerda el oficial y agrega: “El objetivo que tenía la Institución era formar pronosticadores meteorológicos que cumplan funciones en las oficinas meteorológicas del Aeródromo de Comodoro Rivadavia que se iba a crear, estamos hablando del año 1965”. Posteriormente, al finalizar su beca, se dirigió a Comodoro Rivadavia para cumplir el Servicio Militar Obligatorio, donde fue incorporado a la Fuerza Aérea como soldado conscripto, siendo destinado a la Estación Meteorológica: “Allí recibí la capacitación de observador meteorológico, en ese momento la oficina meteorológica no se había formado. Al terminar mi etapa como soldado quedé provisoriamente como observador civil, hasta que en 1969 se abrió la Oficina Meteorológica del Aeródromo de Comodoro Rivadavia, donde ejercí funciones como pronosticador civil”. “Teníamos en ese momento un radioenlace por HF desde la Oficina Meteorológica con los aviones en vuelo y nos transmitían la información que necesitábamos, si había turbulencia o no, condiciones típicas de la Patagonia”, declara el oficial y agrega: “En 1970 me llamó el, en ese entonces, mayor Jaime Wilkinson para avisarme que tenía que hacer el apoyo al primer cruce de los Twin Otter de Comodoro Rivadavia a Marambio, era la primera vez que cruzaban en vuelo. Desde ese entonces me incorporé a los pronosticadores que daban apoyo meteorológico a los vuelos antárticos. Trabajábamos todos los días con los pronósticos para la Región Aérea Sur, que son los 14 aeródromos de la Patagonia”. “Me apasionaba la meteorología y compartía con los pilotos la experiencia en vuelo, es algo que no se puede perder nunca, de esa forma el meteorólogo puede comprender lo que necesita el usuario, quien es el piloto al mando”, afirma el oficial. Su vocación lo llevó a que en 1977 egresara del Cuerpo Profesional de la Fuerza Aérea Argentina con el grado de alférez e integrando la especialidad de Meteorología Militar. Fue destinado nuevamente al Departamento Meteorología de la Región Aérea Sur (Comodoro Rivadavia) y se desempeñó ocasionalmente como tripulante especial de los vuelos antárticos. “En 1978 se produce el conflicto por las islas del sur con Chile y tenemos que brindar un apoyo meteorológico, donde se produce todo un despliegue en el que viene personal militar y civil de diferentes puntos a las Bases de Despliegue”, declara el oficial, quien destaca que este episodio constituyó una práctica previa al Conflicto. “En los años 70 empiezan a hacerse los apoyos meteorológicos por despliegues de Sistemas de Armas en diferentes operativos, eso nos permitió obtener una experiencia muy grande de lo que se necesitaba en operaciones de cómo informar o asesorar a cada uno de ellos como así también al Estado Mayor”, comenta el meteorólogo. Al respecto, el comodoro Miguel Ángel Rabiolo explicó que en ese mismo año “los Sistemas de Armas hacían despliegues a Río Gallegos y nosotros desplegábamos con ellos, conocíamos muy bien la meteorología del sur y cada uno de los Sistemas”. EL ASESORAMIENTO A LA CONDUCCIÓN DE LA FUERZA AÉREA SUR En 1982, al igual que otros integrantes de la especialidad, la vasta experiencia del comodoro García le permitió que, con el grado de teniente, la historia aeronáutica tuviera para él una misión especial. “Al comienzo del Conflicto yo había hecho un vuelo logístico antártico en la última semana de marzo y cuando volvía me llama el jefe de la Brigada de Comodoro Rivadavia, que era el brigadier Castellano, me pide que vaya a la radio de Comodoro Rivadavia y que retire lo que recibíamos todos los días a distintas horas, que era el synop de Malvinas”, comenta García y aclara: “Es un mensaje codificado numeral donde se dan los datos meteorológicos del momento y a ese mensaje se le habían agregado dos grupos de números que yo no sabía lo que era, pero él sí. Luego me enteré que era un código con información de interés operacional confidencial. Me dijo que le lleve el mensaje tal cual estaba y que si veía algún error no lo comente, que se lo lleve”. Del 2 al 8 de abril cumplió funciones como oficial de meteorología de la IX Brigada Aérea en apoyo al puente aéreo entre Comodoro Rivadavia y Puerto Argentino. Posteriormente, hasta el 14 de junio de 1982 se desempeñó como auxiliar de meteorología del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Sur y alternativamente como meteorólogo de la IX Brigada Aérea. “El Teatro de Operaciones consistía en toda la costa sur y las islas. En este caso se eligió a los responsables entre quienes tenían mayor experiencia en la zona y, por eso, a pesar de ser un teniente en primer año, me tocó realizar las exposiciones verbales (briefing) ante el Estado Mayor de la Fuerza Aérea Sur en el búnker de LADE en Comodoro Rivadavia”, manifestó García. En aquel entonces, la oficina de pronóstico se encontraba en el Aeropuerto de Comodoro Rivadavia y surgió la necesidad de crear una oficina de información meteorológica en el Estado Mayor de la FAS. Allí fue destinado “personal del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entre ellos el entonces primer teniente Eduardo Viotti y el personal civil Eduardo Teha, entre otros”. Al poco tiempo, García fue convocado para turnarse junto con Viotti para brindar asesoramiento en el Estado Mayor de la FAS y en la IX Brigada Aérea. “Mi tarea era hacer funcionar la oficina de información, dar los briefing al Estado Mayor en dos horarios definidos y a requerimiento cuando hubiera alguna operación especial. Eso se hace durante todo el Conflicto hasta el 14 de junio”, recuerda el oficial. LAS INTERFERENCIAS SATELITALES “En el SMN se recibían imágenes del satélite meteorológico NOAA (Norteamericano) y algunas del Meteor ruso y hacía un año habíamos instalado una estación nueva portátil APT (Automatic Picture Transmission) en Marambio de información de satélite en baja resolución de los satélites de órbita polar (NOAA)”, recuerda García y agrega: “Junto con los otros pronosticadores nos dimos cuenta de que necesitábamos esa información, entonces hicimos un vuelo a la Antártida a buscar ese equipo APT con un técnico, traerlo e instalarlo en Comodoro Rivadavia”. “Así empezamos a recibir las imágenes de satélite pero algunas de ellas tenían interferencia de los NOAA, que eran americanos. Había sectores de la Patagonia que no salían, que justo era la zona de operaciones. Conseguimos las claves de los satélites rusos Meteor que nos sirvió muchísimo para tener una aproximación de cómo estaba el estado nuboso, lo que se veía. La calidad de los satélites rusos, sobre todo en las imágenes visibles era muy buena”, afirma el oficial. “Para trabajar teníamos radio teletipo Siemens, radio faximilado, el equipo APT y una radio, nada más, no había un sistema de computación como hay ahora. Se volcaba la secuencia horaria en una planilla lugar por lugar de toda la Patagonia y de todo el sur, inclusive la Antártida y de otros lugares y se hacía el análisis cada tres horas y se daba un pronóstico a las 9 de la mañana y a las 6 o 7 de la tarde y después dependía de las operaciones”, manifiesta el comodoro García. “La actualización era permanente, además sacábamos una especie de pronóstico de área para las otras bases como San Julián, Río Gallegos, Trelew, para que estuvieran informados, donde había siempre un meteorólogo o más de turno”, declara. En estas circunstancias, la meteorología jugó un papel fundamental en las operaciones del 1° de mayo: “El 30 de abril estaba de turno en el Estado Mayor y la situación era muy particular porque había un sistema frontal que había dejado en cola una reacción de aire húmedo sobre toda la costa y eso producía nieblas, con lo cual todos sabíamos que no se iba a poder operar hasta que eso no pasara. Los meteorólogos ingleses también suponían eso pero no tenían la experiencia nuestra en saber los desplazamientos de los sistemas en esta zona”. “Ese día a las 6 de la tarde, le informamos al brigadier Crespo que esta situación iba a cambiar a partir de la mitad de la mañana del día siguiente, eso seguramente no lo sabía el enemigo, creían que se iba extender un par de días más y que no iba a haber apoyo aéreo de nuestra parte”, afirma el oficial y agrega con orgullo: “Todos vimos al otro día las imágenes que aún hoy se pueden ver donde nuestros aviones vuelan en cielos que están muy quebrados, donde se ven los barcos y demás, en San Carlos sobre todo, donde pudieron atacar a los buques porque se fueron corriendo las nubes”. “Para mí eso fue la experiencia que me quedó grabada y el orgullo de haber acertado un pronóstico que sirvió para una operación aérea que se pudo comprobar, que fue el 1º de mayo, el Bautismo de Fuego de nuestra Fuerza Aérea Argentina”, concluye el Comodoro García. EL APOYO METEOROLÓGICO A LOS SISTEMAS DE ARMAS Luego de egresar con el grado de alférez en la Escuela de Aviación Militar, el comodoro “VGM” (R) Miguel Ángel Rabiolo comenzó a estudiar meteorología en la Universidad de Buenos Aires, carrera de la cual egresó en 1980. En 1982, con el grado de primer teniente fue destinado al Aeródromo de San Julián para ejercer el rol de pronosticador meteorológico: “desplegamos a partir del 8 de abril, es importante destacar que junto con el personal militar también trabajó personal civil del Servicio Meteorológico Nacional”. “En San Julián en época de paz no existía la Oficina de Pronóstico, sólo había una en Comodoro Rivadavia. Se constituyó específicamente para el Conflicto”, declaró. “El contexto en que se realizó es en un momento diferente al de hoy, desde el punto de vista de las comunicaciones, no teníamos un sistema de telecomunicaciones confiable, nos comunicábamos con radio, pero debíamos tener cuidado porque la información se podía filtrar”, afirma el comodoro y agrega: “habíamos ideado un código que no llegaron a descifrar que a la información le sumábamos o restábamos números. Esto permitió que no se vulnere la información meteorológica”. Asimismo, el comodoro recuerda que “en tiempo real, los observadores de las islas enviaban información. Recibíamos la orden fragmentaria del Estado Mayor que había que atacar un objetivo, nosotros informábamos las condiciones a las que se iba a enfrentar el piloto”. En este contexto, el veterano de Guerra manifiesta que todas las pistas del sur de nuestro país “tienen la misma orientación por los vientos y por lo general son cortas en relación al peso que llevaban nuestros aviones en términos de combustible y armamento. Cuando el viento estaba cruzado a la pista y sí o sí tenía que salir la aeronave era todo un desafío, teníamos que asegurarnos que pudiera operar en esas condiciones”. Al igual que el comodoro García, destaca que la efectividad del pronóstico en torno al Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina fue fundamental para el desarrollo de las operaciones de esta fecha tan importante para la Institución. “Muchos de nosotros éramos tripulantes de C-130 y conocíamos todo el sector antártico, algo que no ocurría con los meteorólogos ingleses”, declara el comodoro Rabiolo y agrega: “Durante el 1º de Mayo ellos interpretaron que cuando pasaba un sistema frontal frío sobre Malvinas los pilotos argentinos no iban a poder operar, pero en esas latitudes nosotros sabíamos que estos sistemas se mueven rápidamente. Por eso, a las 10 am el cielo de Malvinas estaba totalmente despejado, por eso se pudo contraatacar”. “En estas latitudes se da un sistema de alta presión sobre el Atlántico que forma nieblas en la costa. Los ingleses no lo conocían. Los buques y el portaviones no podían acercarse a las Islas y tenían presente que nuestros aviones no iban a poder operar”, recuerda el meteorólogo. “La meteorología intervino en muchas situaciones que pudimos prever”, señala Rabiolo. En este sentido, el oficial declara que las misiones del Escuadrón Fénix se llevaban a cabo cuando “el viento estaba muy fuerte, mar en grado 3 o 4 (marejada y fuerte marejada). En estas condiciones los buques y el porta aviones se movían mucho por el efecto del viento. Por esta razón, a las 3 o 4 de la mañana se realizaban maniobras distractivas o de señuelo”. En el caso del Aeródromo de San Julián, el personal no contaba con un relevo, sino que desde el comienzo del Conflicto “estábamos full time todo el día. Arrancábamos a las 5 de la mañana y el primer briefing lo hacíamos a las 8 de la mañana, seguíamos trabajando hasta que oscurecía actualizando el pronóstico para los dos escuadrones: A-4C de la IV Brigada Aérea de Mendoza y MV de la VI Brigada Aérea de Tandil”. Por último, manifestó: “volví a fines de mayo a Buenos Aires al Servicio Meteorológico Nacional para brindar briefing al Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina. Cada uno de los integrantes de la especialidad estábamos formados, durante el Conflicto hicimos lo que teníamos que hacer”. 15 años después de la Gesta, el entonces director del Servicio Meteorológico Nacional, comodoro Rabiolo, por intermedio de su par norteamericano logró conseguir la información satelital correspondiente al 1º de mayo a modo de registro simbólico de este hito tan importante para la Fuerza Aérea Argentina: su Bautismo de Fuego. LA OBSERVACIÓN METEOROLÓGICA DESDE LAS ISLAS En 1982, el suboficial mayor “VGM” (R) Eduardo Cuervo había egresado recientemente de la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea Ezeiza (ESFAE, actual Instituto de Formación Ezeiza) con el grado de cabo cuando fue destinado a la Estación de Villa Ortúzar. Por su desempeño había obtenido una media beca en la Tecnicatura en Meteorología Sinóptica. “Un día vinieron a buscarme, me dijeron que me habían designado para reemplazar al Suboficial Picasso como observador meteorológico en Puerto Argentino. El 29 de abril me trasladaron en un C-130 Hércules, en el vuelo también viaja el brigadier Castellano”, rememora Cuervo. El resto del personal de la especialidad que fue desplegado a las Islas para cumplir funciones como observadores militares estuvo integrado por el entonces suboficial ayudante Hugo Vegas, los cabos principales Roberto Herger y Paulo Mantello como así también los cabos primeros Félix Picasso, Daniel Díaz y Horacio Artola. “Tenía mucha ilusión de ir a un lugar que nos pertenecía e iba a ejercer la especialidad que tenía. Me sentí honrado de haber sido elegido”, manifiesta el suboficial mayor y agrega: “Estuve del 29 al 30 de abril en el Aeropuerto y el 1º de mayo me trasladaron a un galpón entre el Aeropuerto y la ciudad, era una estación meteorológica rural. Durante el primer bombardeo estaba allí, tuvimos que guarecernos en los pozos de zorro”. “Hacíamos observaciones con el C1 Díaz, el que no estaba de turno iba a buscar provisiones al depósito o descansaba. Las observaciones que hacíamos las enviábamos al continente. Me traje un libro en el que registraba todos los días, era un diario de guerra”, recuerda el suboficial mayor. “Recibíamos muchas cartas de gente que no nos conocía, dibujos de los chicos que nos escribían que los pegábamos en las paredes y les contestábamos, con algunos pudimos mantener el contacto después de la guerra. Eso nos daba mucha fuerza, sentir el acompañamiento y el aliento de la gente”, comenta el suboficial mayor. “Estábamos al lado de una batería antiaérea, cuando empezaban los ataques nos enterábamos porque empezaban a disparar”, declara Cuervo y agrega: “Habían instalado cerca nuestro un radar del Ejército Argentino para identificar un posible desembarco. Faltaba muy poco para el final, cuando estaba descansando sentí una explosión, no pudimos llegar al pozo de zorro, la ciudad estaba iluminada y nos tiramos cuerpo a tierra. Las esquirlas nos rozaban, de pronto escuchamos silencio, corrimos y nos metimos en el pozo hasta el amanecer. Nos replegaron y nos enteramos que la Estación había sido atacada”. Con el cese de hostilidades, el suboficial mayor fue tomado prisionero de guerra: “nos llevaron al Aeropuerto, si bien estábamos replegados allí, no tenían tanto control. Con un camión Unimog pude contactarme con mi familia gracias a un radioaficionado de la Patagonia. Posteriormente fui trasladado en el rompehielos Almirante Irizar”. Al respecto, el comodoro García destaca que los suboficiales destinados como observadores meteorológicos en las Islas Malvinas cumplieron un rol fundamental que demostró gran sentido de pertenencia y sacrificio: “Tengo una carta de Mantello que me decía que no quería volver de las Islas, quería quedarse, que no lo releven”. LA IMPORTANCIA DE LA ESPECIALIDAD EN TIEMPOS DE GUERRA Y PAZ El suboficial mayor “VGM” (R) Eduardo Cuervo se retiró de la Fuerza cuando ejercía el cargo de pronosticador en la Oficina de Pronóstico de Resistencia. “Siempre me llamó la atención el clima y pronosticar lo que vendrá, es una especialidad muy apasionante que tiene muchos secretos por investigar y la Argentina se está posicionando mejor con nuevos elementos que dan resultados efectivos”, manifestó el veterano de guerra de Malvinas y agregó: “Es muy apasionante, uno tiene la posibilidad de conocer muchos climas”. Por su parte, el comodoro García, quien a lo largo de su carrera alcanzó las 1.000 horas de vuelo de apoyo meteorológico en el Sistema de Armas C-130 Hércules manifiesta que “es de suma importancia que los meteorólogos se incorporen a los escuadrones aéreos y que tengan la posibilidad de formarse como personal militar. Con la incorporación de los meteorólogos como tripulantes de los C-130 para seguir el estado del tiempo, inclusive en el mismo vuelo, por medio de comunicaciones con Marambio, se redujeron los abortos de operaciones en un 70%, con lo cual el beneficio de un meteorólogo abordo quedó ampliamente demostrado”. Por último, declara que “me queda el orgullo de haber pertenecido al Estado Mayor de la Fuerza Aérea Sur y tener un anexo de calificación donde habla de la tarea desarrollada en el marco de las operaciones durante el Conflicto del Atlántico Sur. Pertenecer a la Fuerza Aérea, y en particular como meteorólogo, como así también entender que lo que uno hace sirve para los pilotos, es realmente un orgullo que me lo voy a llevar toda la vida, es algo que me queda para contarle a mis nietos”. El despliegue de recursos humanos y materiales del Servicio Meteorológico Nacional en apoyo al esfuerzo de guerra puso de manifiesto el nivel profesional y grado de alistamiento alcanzado. En dicha oportunidad, oficiales, suboficiales y civiles especializados en las diferentes ramas de la meteorología tuvieron a su cargo roles de asesoramiento, predicción y observación desde el momento inicial y hasta el final de las acciones. En reconocimiento a su sacrificio, la Fuerza Aérea Argentina otorgó la distinción “Honor al valor y la disciplina” a la Bandera del Servicio Meteorológico Nacional, la cual, a partir de 2016, pasó a formar parte del legado histórico correspondiente a la meteorología aeronáutica militar, quedando en custodia de la Dirección General de Seguridad Operacional Aeroespacial Militar. |